¡No lo aguanto más!
Necesito desbloquearlo de mi mente,
soltar esta bomba que está a punto de estallar en mi interior, que
me asfixia, que me mata lentamente, todo este torrente de
sentimientos tienen que desembocar en algún caudal lleno de
creatividad.
Que no hay lucha sin salida, ni cura
sin dolor, que sanar ciertas heridas no basta ni con 300 tiritas, que
todavía me ardes por dentro y dueles hasta por fuera cuando alguien
me dice tu nombre, que intento ponerle un punto final a esta
historia, pero sigues tan cerca de mis labios que me cuesta
desprenderme de tu esencia.
¡Basta!
No puedo más con este dolor que duerme
todos los días en mi almohada y me perturba mis sueños
convirtiéndolos en una pesadilla recurrente que se repite una y otra
vez todas las noches.
Déjame vivir en libertad, besar otros
besos, sentir otros cuerpos, enamorarme de otras mentes, acariciar
otros sentidos, borrar todas las huellas que me queman hasta el alma,
quiero ser ceniza de esos cigarros que se pasean por otras sonrisas,
que quiero volver a ser más mía que nunca y tú más tuya en tu
espacio de vida.
Me corrompo por dentro, éxtasis
emocional subyugado por mis silencios, sufriendo a gritos en una
habitación donde las paredes se me hacen más pequeñas, que la
ansiedad se adueña de mi mente, que ya no puedo más, que voy a
estallar en mil pedazos, dificultando la tarea de volver a
recomponerme.
El reloj se ha parado a las once en
punto y mi café ya está frío, ya no distingo realidades y sueños
rotos, me encuentro en mi plena soledad, disfrutando de cada segundo
parado en esta melodía que me llena de tanta paz interior, me
acompaña un buen libro, ese café y todas mis ganas de seguir
adelante, construyendo sueños, olvidado daños colaterales y
respirando arte en su estado más puro.
Y entonces, sonrío, me incorporo desde
el suelo, pedazo a pedazo me voy recomponiendo poco a poco, alzo mi
mente, recojo mis ideas, las organizo, cojo papel y boli y vuelvo a
escribir, soltando todo esto que estáis escuchando ahora mismo,
dejando plasmado mi dolor para que no vuelva a perseguirme y destruya
hasta el último rincón de mi corazón.
Nadie nos enseñó a sanarnos, pero
incluso las cicatrices más profundas pueden llegar a ser bonitas si
les damos otro matiz de un color más llamativo, sólo hay que
intentar reunir esa fuerza que tenemos bien adentro y soltarla toda
de golpe que hasta las heridas más marcadas sientan miedo de ellas
mismas y así, se van curando, forjando la persona que eres ahora
mismo.