lunes, 10 de abril de 2017

Dolor Visceral




¡No lo aguanto más!

Necesito desbloquearlo de mi mente, soltar esta bomba que está a punto de estallar en mi interior, que me asfixia, que me mata lentamente, todo este torrente de sentimientos tienen que desembocar en algún caudal lleno de creatividad.

Que no hay lucha sin salida, ni cura sin dolor, que sanar ciertas heridas no basta ni con 300 tiritas, que todavía me ardes por dentro y dueles hasta por fuera cuando alguien me dice tu nombre, que intento ponerle un punto final a esta historia, pero sigues tan cerca de mis labios que me cuesta desprenderme de tu esencia.

¡Basta!

No puedo más con este dolor que duerme todos los días en mi almohada y me perturba mis sueños convirtiéndolos en una pesadilla recurrente que se repite una y otra vez todas las noches.

Déjame vivir en libertad, besar otros besos, sentir otros cuerpos, enamorarme de otras mentes, acariciar otros sentidos, borrar todas las huellas que me queman hasta el alma, quiero ser ceniza de esos cigarros que se pasean por otras sonrisas, que quiero volver a ser más mía que nunca y tú más tuya en tu espacio de vida.

Me corrompo por dentro, éxtasis emocional subyugado por mis silencios, sufriendo a gritos en una habitación donde las paredes se me hacen más pequeñas, que la ansiedad se adueña de mi mente, que ya no puedo más, que voy a estallar en mil pedazos, dificultando la tarea de volver a recomponerme.

El reloj se ha parado a las once en punto y mi café ya está frío, ya no distingo realidades y sueños rotos, me encuentro en mi plena soledad, disfrutando de cada segundo parado en esta melodía que me llena de tanta paz interior, me acompaña un buen libro, ese café y todas mis ganas de seguir adelante, construyendo sueños, olvidado daños colaterales y respirando arte en su estado más puro.

Y entonces, sonrío, me incorporo desde el suelo, pedazo a pedazo me voy recomponiendo poco a poco, alzo mi mente, recojo mis ideas, las organizo, cojo papel y boli y vuelvo a escribir, soltando todo esto que estáis escuchando ahora mismo, dejando plasmado mi dolor para que no vuelva a perseguirme y destruya hasta el último rincón de mi corazón.

Nadie nos enseñó a sanarnos, pero incluso las cicatrices más profundas pueden llegar a ser bonitas si les damos otro matiz de un color más llamativo, sólo hay que intentar reunir esa fuerza que tenemos bien adentro y soltarla toda de golpe que hasta las heridas más marcadas sientan miedo de ellas mismas y así, se van curando, forjando la persona que eres ahora mismo.