No sin mi karma voy de la mano, me habla en susurros y me dice que juegue otra partida de ajedrez en ese tablero que contiene cada una de las piezas que conforman mi vida.
Nos desafiamos mutuamente y siempre me dificulta, incluso puede ganar mi juego varias veces sin parpadear (más de lo que mis dedos pueden contar).
A pesar de los juegos perdidos, sigo luchando, recogiendo los fragmentos de mi sonrisa, volviéndome a armar en ese tablero donde las piezas no terminan encajando, pero sigo obteniendo todas mis fuerzas, para que algún día pueda ganar este juego y darle la vuelta. a ese tablero llamado mi vida.
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